"Salah en el ojo del huracán mientras el Liverpool se enfrenta al United"
El Liverpool empañó su estatus de contendiente al título de la Premier League este domingo frente al United, en un encuentro que reveló las debilidades que amenazan con socavar su liderazgo provisional. El empate 2-2 en Anfield fue un claro reflejo de un partido mal gestionado y peor preparado, ya que el equipo pareció representar el tradicional clásico del fútbol inglés, mostrando más interés en Mo Salah que en el United. El máximo goleador del torneo —que acumulaba 17 goles y 13 asistencias antes de la última jornada— llevó a cabo todo lo que no se podría esperar de un verdadero líder: buscar el protagonismo personal y desviar la atención de la labor colectiva, llegando incluso a lamentarse en público por la falta de mejoras en su contrato bajo las condiciones que demanda.
“Son mis últimos seis meses aquí”, dijo Salah, que sabe del interés del PSG por hacerse con el jugador musulmán más popular del mundo. “Estamos lejos de progresar”. La entrevista, concedida a Sky el viernes, revolvió al vestuario y a los propietarios. Desde hace seis años todos en el Liverpool saben que Salah es el futbolista mejor pagado de la plantilla pero los dirigentes no se atreven a darle lo que pide. Y pide más, según fuentes próximas al club: 18 millones de euros netos por temporada hasta junio de 2028, cuando cumplirá 36 años. “Creen que si le firman esa cantidad bajará su nivel”, advierten fuentes próximas a la sociedad de la ribera del Mersey, cautos ante el carácter de un jugador vedette que, tras dos temporadas oficiando de palomero, ha vuelto a correr como en sus años mozos coincidiendo con las negociaciones. El examen del United fue un listón demasiado alto, dadas las circunstancias.
Las distracciones del Liverpool se reflejaron en el campo de juego tanto como las dificultades que apuntan desde la secretaría técnica desde hace meses, y que ponen en tela de juicio la evolución del ataque a manos de Arne Slot, el sucesor de Jürgen Klopp. Demasiados centros, demasiado fútbol frontal donde se precisa sutileza, demasiados balones largos a Salah para resolver problemas que requieren ideas más complejas, sobre todo ante un rival como el United de Amorim. Un bloque bajo de tomo y lomo con Maguire en la trinchera y la lección bien aprendida para despejar centros y bajar el ritmo.